Est. 1992

Nosotros

Nuestra historia

El Instituto de Post Grado en Desarrollo–IPD, surgió como institución precisamente en el hervidero de desarrollar nuevas institucionalidades que puede profundizar el proceso democrático en 1992 durante el periodo del primer gobierno democrático del Presidente Rodriguez, luego de la caída de la dictadura de Stroessner. Con la caída de Stroessner debían caer también los muros del obscurantismo y de la ignorancia, del rechazo a una conciencia crítica, en un momento de resolución de la crisis política autoritaria y que se esperaba que se tenga también un proceso de construcción del conocimiento y las ciencias para aportar a las soluciones del desarrollo sustentable del Paraguay. Nace en una coyuntura internacional de un inicio de conciencia de la humanidad de la necesidad de salvar el planeta superando las degradaciones ambientales con RIOECO92. De la misma manera, estaba en plena crisis la Universidad, su papel sus funciones, porque la dictadura había filtrado y contaminado de autoritarismo todas las raíces de la institucionalidad tanta pública, económica, académica, cultural, política y ambiental. El proceso de la apertura de la academia se dio procesualmente no en forma inmediata con la creación de la Ley de Universidades dando posibilidad de apertura de nuevas instituciones académicas, científicas, culturales para impulsar la ciencia, el conocimiento sobre la realidad y poder transformarla. De esta manera, se crea el Instituto de Post Grado en Desarrollo Sustentable–IPD en 1992 con el Decreto Presidencial 15.212 con la firma del Presidente Andrés Rodriguez.

Principios Filosóficos - Ideológicos

  • El IPD se plantea ser una institución de una nueva integración regional, más solidaria, incluyente y fraternal de los pueblos de América del Sur, con una visión humanista, comunitaria, liberadora (teórica y prácticamente formadora, educando para la libertad), emancipadora y respetuosa de los saberes de los pueblos, reconociendo que no es sólo desde las universidades que se produce conocimiento. Así, planteamos que la universidad clásica reproduce un saber que hay que reconstruir para que emerja la nueva universidad, replanteando sus aspectos fundamentales.
  • En este sentido, el IPD apunta a la deconstrucción de los paradigmas cientificistas, tecnicistas y economicistas que son parte de la cultura que se nos ha impuesto con la dictadura, y a partir de ahí, construir programas transformadores, liberadores y orientados hacia la formación integral. Desde estos mismos procesos, configuraremos las reflexiones sobre la necesidad de transformar el concepto de «universidad», y pensar en una visión de «pluriversidad».
  • El tema de los saberes, para el IPD es central, puesto que hay distintos tipos de saberes y también confrontación de saberes; en ese sentido, esta universidad va a tratar de construir el saber emancipado contra el saber hegemónico. Los saberes emancipadores son los que necesitamos como pueblos, no cualquier tipo de saberes, requerimos de los que apunten a configurar subjetividades emancipadas, para la reconstrucción de la democracia y una patria nueva solidaria y fraternal del siglo XX adelantándose a las exigencias del siglo XXI e incluso proyectándonos al 2030 e incluso al 2050 como son los saberes de la gente, el saber acumulado de las luchas, aquello que históricamente ha sido ignorado, subvalorado y en algunos casos enajenado siendo utilizado para dominarnos (saberes ancestrales medicinales, conocimiento de plantas patentadas por las grandes corporaciones farmacéuticas trasnacionales). Es por ello que debemos impulsar un debate para identificar qué saberes son hegemónicos y cuales son emancipadores.
  • Esta Institución Superior de Estudio surge en un momento de crisis del modelo universitario latinoamericano. Esta es una iniciativa que insurge contra ese modelo, los saberes que imparten, que hoy día están subordinadas al pensamiento hegemónico. Por lo tanto afirmamos que el IPD surge contra la ofensiva imperial de centros de estudios latinoamericanos, tratando de articularse y reconocerse con los espacios formativos y a las experiencias educativas alternativas que se vienen confrontando en América Latina contra el orden capitalista.

Principios Político-Académicos

  • Desde el IPD se favorecerá procesos de estudio desde la reflexión, discusión y análisis críticos y colectivos, de todas las corrientes del pensamiento, contextualizándolas a nuestras realidades, para contribuir a la transformación de nuestra sociedad y de los países latinoamericanos.
  • Este proceso de construcción debe ir de la mano con la transformación que impulsan los pueblos en lucha histórica contra la dominación imperial y colonial. En este sentido, la nuestra debe ser una universidad transformadora y progresista que contribuya a la unión, liberación y soberanía de los pueblos, partiendo del principio que el conocimiento es un bien social que debe ser devuelto, socializado y reapropiado, por los pueblos, para que también sea deconstruido y reconstruido con ellos, ya que en el campo del conocimiento también existe el conflicto de los intereses económicos y políticos que trata de contaminar el conocimiento de la ciencia transformadora.
  • Partiendo de la premisa de que el conocimiento es producido por la humanidad y que la universidad no construye conocimientos sino que los toma de la humanidad, decimos que el IPD debe promover la construcción de saberes desde la relación preexistente entre la Universidad, las comunidades, los movimientos sociales y todo aquello que respete en la sociedad un vínculo de resistencia que surge del pensamiento crítico a través de la concepción de la dialéctica como intervención transformadora de la realidad.
  • Así, Los programas deben crearse tomando en cuenta a la persona individual con intereses diferenciados de género y generación y al colectivo del que forma parte. La escogencia de las carreras, deben configurarse dependiendo de las necesidades del país, desde el criterio de ruptura con la fragmentación y segmentación del conocimiento, lográndose una interrelación entre las disciplinas y áreas del conocimiento para crear una visión más integral del mismo.
  • Este proyecto educativo responde a un proyecto político que apunta a construir y transformar la realidad nacional profundizando y radicalizando la democracia con la democracia no sólo electoralista sino haciendo realidad la democracia participativa.
  • El eje de los programas de formación será el estudio de nuestras historias, reconociendo el valor de nuestras culturas ancestrales, populares y cotidianas. Nuestra universidad es multiétnica, pluricultural y multilinguística, reconociendo y aprendiendo de nuestros pueblos. El lenguaje de las diversas culturas y pueblos que conforman las raíces culturales del Paraguay y de América Latina y el Caribe forma parte de nuestro acervo. Por lo tanto el IPD debe configurarse desde un principio de interculturalidad, transculturalidad e intraculturalidad, reconociendo también esos conocimientos, sin que la relación de la pluralidad y de la diversidad nos impida construir una unidad e identidad en la propia diversidad. La unidad se da desde el reconocimiento de la diversidad.
  • Así, desde este espacio educativo, proponemos confrontar o discutir lo universal desde lo nuestro. Revisar los particulares que nos han sido impuestos desde el sistema hegemónico, para las artes, la música, la lengua, la literatura, la economía, la sociología, la tecnología, todas las ciencias del desarrollo alimentado en la agroecología y la economía solidaria. Proponemos plantear lo universal desde lo imperativo del ser humano que es el universal de luchar por la vida, por la dignidad, por la liberación, la fraternidad y solidaridad.

Principios Metodológicos

  • El proceso de formación de la persona humana debe estar dirigido a satisfacer las necesidades que tienen nuestro pueblo de transformar la sociedad, existiendo un balance adecuado y armónico entre teoría y práctica, y reconociendo la existencia de otros métodos, además del llamado “método científico”.
  • Este proceso de formación debe construirse desde la sistematización de las experiencias positivas y transformadoras que tenemos en nuestros pueblos (como las misiones jesuíticas, escuelitas campesinas populares, universidades alternativas, entre otras). De esta forma, la universidad debe ser una comunidad de saberes, donde, desde el intercambio de estudiantes, docentes, comunidades y movimientos sociales, se configuren los espacios para la construcción de conocimiento.
      Así, consideramos centrales los principios de:
    • Aprender haciendo comunitariamente
    • Aprender a aprender
    • Aprender a desaprender y reaprender
    • Aprender a emprender
    • Aprender para toda la vida
  • Por otra parte, la docencia debe ser entendida como un proceso de facilitación. El docente no le vacía los conocimientos a los estudiantes sino que facilita los procesos de construcción de conocimientos. De igual forma, la evaluación no debe ser en función de acumulación y “medición” de información, sino que debe ser desde las competencias, desde los procesos de transformación y emancipación que se generen y que se construyan y potencien, entendiendo que esta debe ser una educación contextualizada, basada en las necesidades de nuestro pueblo, en todas las dimensiones y no sólo en los requerimientos del mercado capitalista.
  • Esta Universidad no puede negarse a admitir corrientes de conocimientos, pero no de manera ecléctica, sino crítica, cuyas bases deben ser la honestidad intelectual y desarrollo del conocimiento al servicio del pueblo, y con el pueblo.
    • Formación para la liberación.
    • Formación integral.
    • Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad.
    • Visión compleja de la realidad (Complejidad).
    • Incertidumbre.
    • Flexibilidad.
    • Diálogo.
    • Complementariedad.
    • Solidaridad.
    • Cooperación
    • Humanismo.
    • Educar para la transformación
    • Democracia participativa y protagónica
  • Los procesos de investigación van orientados a lograr la soberanía alimentaria, tecnológica, territorial, ambiental y el desarrollo integral y sustentable/sostenible en el marco de la agroecología y la economía solidaria
  • Por ende estos procesos responden a las necesidades e intereses de nuestras comunidades y movimientos sociales en lucha por la transformación.

Principios Organizativos

Debemos favorecer, para el desarrollo de este proyecto, la construcción de centrales, plataformas organizativas nacionales, departamentales, distritales y de redes, las cuales serán creadas dependiendo de las realidades de cada región, con la participación de las comunidades y teniendo presente todos los talentos humanos y tecnológicos, que facilite la conformación de las redes. Cada Departamento y Distrito, a través de las Instituciones de la Educación Superior, buscará articularse al IPD en forma virtual y presencialmente para desarrollar sus estudios superiores. Todo esto mediante procesos de evaluación y acreditación.

  • Es por ello que la articulación y alianzas del IPD deben ser fundamentalmente con las organizaciones populares y comunitarias. Ya en la estructura y organización interna, esta Universidad transformadora y liberadora del siglo XXI debe romper con las separaciones entre estudiantes, docentes y trabajadores, y concebir a los integrantes de la Universidad como pueblo articulado a las comunidades y movimientos sociales. Por lo tanto, el IPD debe reconfigurar sus estructuras, no replicando a las universidades que tradicionalmente son llamadas de extensión, y de investigación.
  • La universidad no puede ser una ciudad universitaria aislada, sino que debe haber una redefinición territorial, que sea endógena, y que esté donde estén los pueblos, que no extraiga al estudiante de su realidad, sino que integre los procesos educativo, a la vida cotidiana. De igual forma, el aula no son las 4 paredes sino la realidad. Integrar a la gente desde las comunidades a las estructuras de la toma de decisiones que tenga la universidad. De igual forma reconocer los saberes, acreditando los valores de los pueblos.
  • La estructura y organización también tiene que ver con la forma de dar clase. Ya no es un profesor dictando y estudiantes copiando, sino un facilitador/a desencadenando procesos en colectivos de discusión y construcción de conocimientos transformadores de la realidad.
  • Desde el criterio de potenciar y reconocer las formas existentes en Nuestra América de lucha y emancipación desde lo educativo, proponemos hacer un inventario de las experiencias educativas que existen en nuestros departamentos, distritos y comunidades (formales y no formales), como puntos de apoyo del IPD, para así responder verdaderamente a los intereses nacionales, permitiendo que en principio pueda ser una asociación que articule estas experiencias universitarias y comunitarias.
  • Debemos apoyarnos en las tecnologías de información que nos permita difundir los programas.